EL PRIMERO DE LA CAPONA
Martes, después de varios días de mucho viento nos sale un buen dia con solo unas brisas del norte y totalm
ente despejado.
A medio dia quedamos Jaume, Julián y Manolo, para hacer una espera en La Capona. Salva esta vez no puede venir por diversas razones aunque le hubiera venido mejor venir a su hora por lo que luego pasó.
Antes de ir a la cita en la Capona, pasé por el otro coto a llenar los comederos e ir preparando el tema para cuando nos den los permisos.
A las siete de la tarde me estaba comiendo un bocata como la manga de un abrigo y a las ocho menos cuarto estaba en el punto de encuentro con Jaume y Julián.
No tardamos mucho tiempo en ir a ponernos cada uno a su puesto quedando en volver al punto de origen a las diez y media de la noche.
La noche se presentaba perfecta, con una ligerísima brisa del norte, que Jaume y yo comprobamos antes de decidir por donde acceder a nuestros respectivos puestos.
Una vez llegué al puesto subí al árbol e icé el arco, que colgué en el “cuelga-arcos”.

Después coloque la cámara de video y el infrarrojos, me coloqué toda la ropa que llevaba pues amenazaba frío y me dispuse a esperar. Antes de poder hacer una apertura de prueba ya estaba oyendo los guarros a mi derecha un poco por detrás, como viniendo desde el puesto de Jaume que se encuentra a escasos 150 metros.
Hice una apertura rápida y enchufé directamente la cámara pues los guarros estaban cerca.
Estuvieron alrededor del cebadero una media hora, por la derecha, por detrás, por delante… y a las nueve y media empezaron a entrar a la comida, por todos los lados, como si se hubieran puesto de acuerdo, llegaron desde arriba y desde abajo a la vez al maíz.
Como aun oía detrás de mi algún guarro y temía que me sacara las pisadas de entrada al puesto, no dudé mucho y abrí el arco. No veía nada pues no había nada de luna, solo sombras. Encendí la linterna y los tres o cuatro guarros que había comiendo dieron un salto y se apartaron de la comida unos tres metros pero de inmediato volvieron hacia el cebadero.
Yo ya tenía el arco abierto y, aunque con la luz apagada, tenía situado uno de los cochinos que volvía a la comida lentamente. No recuerdo si toqué de nuevo la linterna pero fue todo muy rápido y solté.
Al tiro se formó la estampida, más de seis o siete guarros corrieron y se quedaron bufando por todos lados alrededor del cebadero. Me quedé inmóvil unos minutos mientras se iban calmando.
Puse otra flecha pues alguno estaba a menos de tres o cuatro metros de la comida aunque no lo veía.
Finalmente se fueron marchando hasta que dejé de oírlos.
Miré al suelo, donde había tirado, y vi el nock luminoso de la flecha parpadeando muy levemente. Estaba clavada en el suelo, como si hubiera tirado directamente al suelo o como si hubiera pegado justo bajo las patas del jabalí.
Le envié un sms a Jaume: “Le he tirado a uno y creo que no le he dado porque la flecha esta clavada en el suelo. Que malo soy. A las diez iré bajando a ver la flecha”
Sobre las diez de la noche empecé a oír guarros otra vez en dirección al puesto de Jaume y esperé un poco, pero no parecían venir en mi dirección, sino que estaban hozando por ahí.
Cuando bajé a coger la flecha me di cuenta de que estaba clavada en el suelo justo donde tiré al jabalí y estaba totalmente empapada en sangre. Así que le había dado!!! Miré un poco alrededor con la linterna y vi unas pequeñas gotitas de sangre pero no quise mirar mucho más y me fui a por Jaume.

Cuando llegué a la altura del puesto de Jaume, éste salió al camino y justo en ese momento a unos 20 metros de Jaume y de mi corrió un guarro que estaba por la zona.
Cuando le conté a Jaume lo pasado fuimos a recoger a Julián y decidimos intentar buscarlo a ver que pasaba.
Mientras Salva, que no había podido venir pero no había dejado de dar la vara con el móvil, ya se había enterado de que había pegado un guarro y se subía por las paredes de su casa…
Llegamos al sitio del tiro y no encontrábamos ni unas mínimas gotas de sangre. Si no es porque tenia la flecha empapada en sangre no me hubiera creído.
Al final dimos con unas pequeñas gotas y poco a poco fuimos siguiendo el rastro, el guarro iba subiendo todo el tiempo, cosa que no nos gustaba y daba muy poco rastro. De vez en cuando encontrábamos algún rastro un poco mas fuerte que daba sangre a los dos lados, lo que confirmaba que la flecha lo había pasado limpiamente.


No tuvimos que andar muchos metros aunque con la dificultad del rastro y de la noche tardamos unos 30 minutos en encontrar al jabalí que había muerto rapidísimamente pues no anduvo ni 40 metros desde el puesto, aunque, eso si, cuesta arriba.
El tiro le entró por el lado izquierdo y le salido por el derecho un poco alto para tocarle el corazón pero le toco, sin duda, los dos pulmones, pues le salía una sangre espumosa por el agujero de entrada.

Ya eran casi las doce de la noche y había que terminar la jugada. Quedaba por intervenir Salva que se prestó a salir de su casa, casi en pijama, y venirse al coto a ayudar en el avío.
Mientras Salva llegaba estuvimos fotografiando el rastro y bajamos el cochino al camino.
Cuando llegó el maestro desollador terminamos la faena a cuatro grados de temperatura, de los 19 que había cuando llegamos al coto. Más fotos y despedida y cierre. A las tres de la mañana cada uno en su casa y al dia siguiente a las siete en pie a levantar el país.
Gracias a Jaume y a Julián que quisieron venirse a cazar sin tener sus puestos totalmente preparados y, sobretodo, por su ayuda durante el pisteo. Y gracias a Salva por su esfuerzo a salir de su casa a esas horas y porque se que le ha costado un constipado.

Datos técnicos:
Arco Mathews Drenalin
Potencia medida 62 libras
Flechas Easton Axis 400, a 26 pulgadas
Tubo para incremento de peso de la flecha de 5 gr/pulgada
Inserto de bronce para la punta de 50 gr
Punta G5 Montec, tres filos
Distancia de tiro: 12 metros. Desnivel: 4 metros
Distancia recorrida: 40 metros