En tierra de osos

SPRING QUEBEC 2007

BLACK BEAR



PREPARACIÓN DEL VIAJE

Después de pasar mil horas delante del ordenador conectado a Internet ya tenia el viaje de Canadá hilvanado, no quedaba en el aire ningún detalle: avión, coche de alquiler, todo.
Entonces llegó la hora de hacer realidad mi sueño, me iba a Canadá a por mi tan codiciado oso.
Un viaje, y sobre todo si es de caza, empieza mucho antes del despegue del avión.
Voy a intentar contar todo lo que para mí a significado un viaje de ensueño en un país de cuento, Canadá.
Nuestro objetivo cinegético serian los “black bears”. Jaume y yo intentaríamos cazarlos con arco, mientras que Antonio y Rafael lo harían con rifle.
Siempre había considerado al oso negro como la especie reina de la caza con arco en el mundo, ya que cumple todas las cualidades que siempre he buscado. Se caza en espera, modalidad ideal para el arco y a diferencia de nuestro jabalí, el oso entra de día lo que hace muy emocionantes las esperas y además de todo esto, el entorno en el que se caza es prácticamente insuperable.
Los preparativos del viaje fueron estresantes. Lo primero encontrar una finca adecuada entre las innumerables ofertas que barajamos, al final nos decidimos acertadamente por “Pouvoirie le Chasseur”, hermosa finca ubicada en la región del Bas Sant Lauren, en el parque nacional de Rimouski más concretamente en la frontera entre las provincias Canadienses de Québec y New Brownski.
Al estar la finca dividida en dos provincias, teníamos la posibilidad de poder cazar dos osos por cazador, uno en cada provincia, ya que existe una ley en Québec que prohíbe cazar más de un oso por cazador y temporada.
Yo me encargué de organizar el viaje y aunque lo tenía todo programado siempre te queda la duda de que algo se pasará por alto y fastidiará el viaje. Gracias a Dios esto no sucedió y en el paso de los días todo fue como más o menos había planeado.
Lo preparativos para mis compañeros fueron diferentes, para Antonio un buen empresario de la construcción que hasta entonces no había podido despegarse ni por un solo día de su teléfono consiguió tener durante diez días el móvil sin cobertura. Para Jaume tampoco fue fácil, aún estudiando y trabajando, encontrar tiempo no fue fácil. Y tal vez la persona con más mérito de este viaje fue nuestro compañero Rafael, que emprendió el viaje con más ilusión que nosotros a pesar de tener 65 años y cargar durante todo el viaje con un terrible dolor de pierna producido por un ataque de “ciática”.

VIAJE Y LLEGADA AL CAMPAMENTO

El avión salía desde Valencia a las siete de la madrugada por lo tanto esa noche dormimos mas bien poco, fue un duro viaje primero dos horas de vuelo hasta Paris, de ahí seis horas de interminable vuelo hasta Montreal.
















La primera noche del viaje la pasamos en Montreal en un hotelucho de mala muerte al que llegamos tan sumamente cansados que dormimos como lirones.
Al día siguiente aun no empezábamos a cazar pero teníamos 600 Km hasta llegar al campamento de caza, de los cuales los últimos 100 se realizarían sobre una preciosa pista sin asfaltar.
Llegamos al campamento cansados de tantos kilómetros y con la incertidumbre de cómo serian las instalaciones y los guías que nos ayudarían a cazar los tan codiciados “black bears”.
La entrada al campamento fue genial, nos recibieron muy amablemente y las instalaciones eran perfectas, pasamos todo el resto del día viendo videos de caza de osos con nuestro guía Eimi y probando la cerveza canadiense.
Siempre recordaré la llegada al campamento. Me impactó muchísimo. El sitio era precioso, el lodge estaba formado por una gran cabaña de madera rodeada por una parte de un inmenso y profundo bosque y por la otra de un lago de ensueño.
Para aumentar la belleza del lugar Canadá nos regaló una nevada primaveral, convirtiendo aquel paraje en el lugar más bonito que he visto en mi vida, ese momento nos clavó a todos una espinita en el corazón y entonces me prometí a mi mismo que esa no sería la última vez que viajaría a Québec.



















PRIMER DIA DE CAZA

















La mañana del primer día de caza la dedicamos a probar nuestras armas y a tramitar las pertinentes licencias de caza; Antonio y Jaume cazarían en la provincia de Québec mientras que Rafael y yo lo haríamos en New Bronswik.
Llegó la hora de la verdad, empezaba la caza y los nervios eran mucho mayores.

La caza del oso negro se realiza en espera al cebo desde puestos elevados, los puestos son prácticamente iguales tanto para los cazadores con rifle como con arco y la única diferencia son las distancias de tiro mucho más cortas para los cazadores arqueros.
La primera espera fue durísima desde las tres del mediodía hasta las 9:30 de la noche con un frío terrible. Durante esta espera vi un oso, aunque este no entró a comer al cebadero y tampoco era del tamaño que estaba buscando así que decidí no tirar, esperando una mejor oportunidad.
Al regresar al campamento la sorpresa: Antonio había cazado con su Blaser del 9,3x62 un oso precioso con una mancha blanca en el cuello, detalle muy buscado por los cazadores de black bear americanos. Rafael y Jaume no vieron nada.

















SEGUNDO DIA DE CAZA
















El segundo día de caza amaneció con un frío terrible, mucho peor que el día anterior.
La mañana la dedicamos a hacernos fotos con el oso de Antonio y a intentar pescar truchas en el lago del campamento. Aunque por nuestra inexperiencia como pescadores las capturas fueron escasas y solo Jaume consiguió sacar alguna trucha.
Por la tarde, la espera fue muy dura y Jaume se llevó la peor parte, ya que estuvo en el tree stand (puesto elevado en un árbol) desde las 2:30 del mediodía hasta las 10:30 de la noche, con una temperatura de 4 grados bajo cero.
















Para mi la espera de esa tarde fue la más dura de mi vida y psicológicamente nos afectó bastante ya que aparte de que ninguno conseguimos ver ningún oso lo pasamos francamente mal por la duración de la espera y por el frío que pasamos.
Una cosa me quedo clara: la imagen que tenia de la caza del oso negro como caza fácil y tranquila se esfumó para siempre.

TERCER DIA DE CAZA

El tercer día de caza dejo de hacer frío, salió el sol y esto se vio reflejado en el comportamiento de los osos mucho más activos, incluso se notó en la pesca, mucho más fructífera que el día anterior y todos, siguiendo los consejos de Rafael, conseguimos sacar alguna trucha.
Por la tarde Antonio no tuvo problemas para cazar su segundo oso de un tiro perfecto, aunque valoró mal su tamaño y cazó un ejemplar algo más pequeño que el primero. Es difícil valorar el tamaño de los osos y como me explicó un cazador americano siempre tendemos a ponerles 50 libras de más, de todos modos, era un oso muy bonito con una pelaje negro muy uniforme. Jaume también consiguió cazar su oso con el arco, de un flechazo inigualable que atravesó completamente el codillo del oso, según nos contó Jaume el animal no corrió ni 20 m antes de desplomarse muerto: Es sorprendente ver la letalidad de una flecha cuando el disparo es certero. Rafael también vio uno pero no pudo quedarse con él.
Mi espera fue cuanto menos curiosa ya que tuve un oso joven subido a un árbol cercano a mi puesto durante casi dos horas. El hecho de ver al animal trepar al árbol me hizo pensar que tal vez hiciera esto para protegerse de otro oso más grande, ya que entre estos animales son muy frecuentes las peleas para proteger los cebaderos. Basándome en esta conclusión, le dije al guía que al día siguiente quería repetir en el mismo puesto, lo cual le extrañó bastante, ya que por costumbre solían cambiarnos de puestos todos los días, aunque aceptó y apoyó mi propuesta al escuchar mis argumentos.















CUARTO DIA DE CAZA















Llego el cuarto día de caza, Antonio y Jaume estaban presionándome y riéndose de mí porque tenían el trabajo hecho. Para bajarles los humos esa mañana pesqué una trucha enorme que mandé naturalizar junto con el oso que cazaría esa misma tarde.
Después de comer Antonio y Jaume con los deberes hechos se fueron a Rimousiki a comprar regalos y visitar la ciudad, Rafael y yo teníamos que centrarnos en cazar nuestro oso. Pasaban los días y aun no habíamos logrado nuestro objetivo.
A las 3 del mediodía llegue al puesto, el mismo del día anterior y a las 5 de la tarde me entró un oso joven al que decidí no tirar. Supuse que este animal era el mismo que el día antes había visto trepar al árbol. Cuando creía que iba a ser otra espera que no tendría su fruto, a las 8 de la tarde, escuché gruñir un oso dentro del bosque, diez minutos más tarde me entró un oso precioso al que decidí tirar sin pensármelo. El tiro con mi arco fue perfecto atravesándole la caja torácica a la altura de los pulmones.
El oso después de recibir el impacto de la flecha corrió a adentrarse en el bosque. Teníamos orden de permanecer en el puesto hasta que nos recogieran los guías, pero no pude controlar mis nervios y después de 5 minutos de disparar al oso bajé del puesto a buscarlo. La verdad buscar el oso herido y armado sólo con un arco fue bastante imprudente, pero los nervios, la impaciencia y la incertidumbre no me dejaban estar en el puesto. Por suerte encontré el oso muerto a tan sólo 30 metros de donde le había disparado. La mezcla de satisfacción y pena que sentí en ese momento no la puedo describir. También me sentía orgulloso por haber tomado la decisión de repetir en el puesto del día anterior y haber acertado.


















La llegada al campamento fue genial, mis amigos estaban impacientes esperándome para ver que había hecho, nada más bajar del coche me vieron la cara y supieron que había cazado.
Sólo quedaba por cazar Rafael, lo estaba pasando fatal por el dolor de la pierna, prácticamente no dormía nada por la noche aunque aguantaba cazando con gran valor.


QUINTO DIA DE CAZA

Me levanté mucho más relajado con la misma sensación que cuando acababa la temporada de exámenes en la universidad.
La mañana, como el resto de días la dedicamos a pescar, actividad en la que ya éramos unos expertos, esa mañana las picadas se repetían unas tras otras y nos divertimos muchísimo.
Por la tarde nos fuimos Antonio, Jaume y yo a Rimouski a visitar el taxidermista y dejarle los osos que habíamos cazado.
La quinta tarde de espera de Rafael culminó con un oso herido con su 375 que por desgracia no pudimos cobrar.
Fue una pena ya que si alguien mereció de veras su oso fue él. La caza tiene esas cosas. A veces el cazador más experimentado, con más vivencias y viajes en sus espaldas no consigue su trofeo.
Esa noche todo el grupo estaba triste por lo del oso de Rafael y en la cena se notó, ya que la velada fue más corta que de costumbre.

















ULTIMO DIA DE CAMPAMENTO



Aunque aun dormíamos esa noche en el campamento, decidimos visitar la ciudad de Québec, para comprar unos regalos y hacer un poco de turismo.
















Québec es una ciudad encantadora, muy acogedora, la verdad no descarto visitarla de nuevo con la familia.
Rafael decidió quedarse en el campamento, el dolor de la pierna no le dejaba descansar y le había amargado el viaje.
Al llegar al campamento teníamos cierto aire de tristeza, todos sabíamos que el viaje terminaba y que lo que ahora quedaba era un duro camino de regreso a nuestras casas.
La mejor manera de alegrarnos era con una buena cena, y esa noche cenamos carne de oso y las truchas que habíamos pescado el día anterior y que nosotros mismos nos preparamos.
El viaje de vuelta a España fue largo, tal vez más que el de ida y en nuestra cara se veía reflejada la satisfacción por la caza, las ganas de volver a casa y ver a la familia, y al mismo tiempo la tristeza por abandonar un paraje soñado donde tal vez viví mi mejor experiencia de caza.